24 de marzo de 2007

III


a veces pienso en mi nombre, nunca me gustaron las flores -ninguna-. no siento frío, pero el sol ya no me recuerda a nada. el olor de la madera vencida, del rocío, el árbol. podría descubrir por mi misma el estado holgado de las cosas; están, y alrededor de su eje de objeto hay un aire siniestro. ni el árbol me recuerda a un árbol, ni el rocío al agua, ni la madera a un mueble tibio. todo está marcado por alguien más. esta fue mi casa. ahora extranjera de visita, me muerdo los labios y llamo. me responde una carcajada que me hace temblar.

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